"Asumimos que el riesgo es juego
porque saboreamos su jugo morboso
regocijándonos con los placeres
que extraemos a nuestro antojo
hasta que la fatal situación evitada
sucede creyendo que ya no existía
porque hasta ese momento la vida
era una acomodación vertiginosa
ante recibir sólo lo deseado,
entonces las lágrimas delatan
a un espíritu inmaduro
ante esos otros efectos
que aunque implícitos
olvidábamos.
Qué distinto es asumir
que lo hecho tiene dos caras
y no una mala y otra buena
sino consecuencias en direcciones
que marcarán la vida
y ante ella uno sea consciente
disfrutando con gozo ante el placer
y asumiendo lo no deseado
como partes de una misma realidad."