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17 may 2020

A veces pienso que amar...

“A veces pienso que amar
es pedirle a la otra persona
que se someta a mi,
porque sólo habrá amado
cuando yo le haga comprender
que lo ha hecho,
ya que por las consecuencias
comprenda que soy amado
según yo mismo juzgue yo haberlo sido.

A veces pienso que amar
es sucumbir ante la otra persona
sometiéndose a ella
porque sólo habré amado
cuando me haga comprender
que lo he hecho,
porque las consecuencias
le hagan sentirse amada
según ella juzgue haberlo sido
según ella.

Esto, que le sucede a cualquiera,
adquiere magnificencia temporal
cuando dos personas descubren
que son tal para cual en la necesidad
y se aceptan al declararse deseables,
llegan a sentirse agradecidos
por haber encontrado a quien nada cuesta aceptar
con quien poder satisfacer comunes necesidades
lo cual es mágica oportunidad
que viene avalada por alegrías y confidencias
a las que uno se ofrece en reciprocidad.

Quizá amar
es un juego de vida o muerte,
de dolor y alegría,
de aceptación y resignación,
ambas son caras de la misma moneda
reconocida como cierta y real en cada cultura,
y ambicionada como riqueza
a la que cualquiera puede acceder
sin importar su procedencia
ni su suerte ni su habilidad comercial,
aunque a veces no lo pareciera
en quien experiencia ya tuviera.

Así que duele no ser amado
y el cielo es la tierra cuando se es,
por eso lo cotidiano es un regalo
o un hastío existencial
cuando no se está y se quisiera.

La biología es la culpable
emergiendo los instintos naturales
a quienes desenfocando el iris
ven en el otro su necesidad
porque si no, no pasaría por alto
lo que a ojos normales no aceptaría
para su íntimo proyecto vital.

Por esto la alegría es doble
y la tristeza es triple,
por eso se soporta la contrariedad
que le devenga del cotidiano vivir
pero duele cuan insoportable ansiedad
la actitud que le traicionó
alejándole de su visión particular.

Por eso la alegría al conseguirlo
nunca es tanta ni comparable
como la tristeza ante su pérdida,
ya que doblemente hiriente surge el dolor
y llega a acomodarse tanto
que hasta sirve de hálito vital,
quizá usado como escudo y lanza
ante tan insoportable agonía.

Pero siempre que se da la alegría
es porque el mundo te agradece
cómo coordinas las intenciones
ya que de no ser así
lo que surge es contrariedad
al no producirse el trato inicial
como si ahora fuera entonces.

Puede ser que,
antes o después,
la pupila se canse y no pueda enfocar la realidad
o quizá el esfuerzo por mantenerlo
conduzca a fabricar una tal
que no quepa en tanto acomodo
y quizá por ello perciba por doquier
alucinaciones inconexas de ilusión vital
que difieran en tanto
de lo que empezó con el ansiado amar.

La vida es lo que sucede
mientras uno se empeña
en que sea como uno quiere,
pero su propia dinámica desdeña
confundido por haber saboreado sus mieles
tal que se figure que algo puede imponerle
al conseguir alucinógenas victorias
de la mano de cantidad u oportunidad
entre las circunstancias presentes,
pero nada nuevo consigue
más que reproducir en él
lo que por necesidad quiere,
y así la vida le sucede.

El amor,
ese acólito de la vida,
es quien dirige las acciones
que suscitadas ante los estímulos
uno lleva a cabo para reproducirse,
ora físicamente ora humanamente,
y si hay suerte,
disfrutar de una compañía vital;
quizá por tiempo limitado
quizá para toda la vida,
de ello,
lo que antes suceda.”

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Os presento los audios en los que he dividido un ensayo que espero os cale. Aunque está ordenado desde el último al primero, aconsejo empezar por el principio.