“Desposeída de tus sueños,
limitada por imperantes realidades,
adaptada a moldes ajenos incupibles
de vez en cuando gritas,
quizá sordamente o mascullando,
la palabra que tanto anhelas
y no es otra que libertad.
¡ Alma !, te envolviste de
aditamentos,
¡ Alma !, te sazonaste con especias
aprendidas,
¡ Alma !, te rebozaste de juicios
externos,
¡ Alma !, te impregnaste de alcoholes
permitidos,
¡ Alma !, sólo buscaban tu bien y
sosiego...
¡ Alma !,
sólo engordaba el ego.
Y así era...
antes,
antes de mostrarte,
antes de llegar a palpitarte con fuerza
esa única rareza que en ti existe
y que de no salir a la luz
contra la resistencia se bate
y sólo consigue cansar
agotando hasta el punto del dolor.
Qué paz cuando el cuerpo se vuelve
alma
qué tranquilidad cuando en comunión
ésta dirige las acciones que sumiso,
obedece,
mas allá del ego y bien estar
porque ya no existe excusa vital
para ser
uno mismo.”
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