“Ni que me oigas
ni que la vida que te oiga…
quiera.
No quiero verte
ni que por casualidad
que la luz que de ti se refleje
a mis pupilas pudiera llegar.
No quiero soñarte ni recordarte
porque el pasado
hay que dejar que se pose
y se convierta en lo vivido
para sacarle su enseñanza.
Ni quiero coincidir con un espacio o aire
ocupado o impregnado antes por ti
porque decidí morir cuando partiste
cediendo todas mis fuerzas
a esta realidad inevitable
y dejar que el tiempo un recuerdo me de
a lo que ahora le impongo
el olvido.
Y aunque tu estés allí y yo aquí
deseo que en mundos distintos
vaguemos y nunca nos encontremos
aunque tu regresaras al mío,
o yo partiera hacia el tuyo…”
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